BAMAKO. El recuerdo imborrable de su paso por la valla de Melilla acompañará a Sissoko Adama hasta el día de su muerte. Una cicatriz le atraviesa buena parte de la columna vertebral, de arriba a abajo, recta, en pleno centro de la espalda.
Los médicos le extrajeron un "cuerpo extraño", como reza el parte médico del Hospital Militar de Rabat, donde estuvo ingresado nueve meses. Todo un eufemismo para referirse a la bala que le dispararon y que quedó encajada entre las vértebras D9 y D10.
Adama fue repatriado a Malí gracias a Cáritas y el recuerdo de aquella fatídica noche en la valla de Melilla le sigue rompiendo la vida.
La madrugada del jueves 6 de octubre de 2005 los disparos de militares marroquíes saludaron la llegada de decenas, puede que unos doscientos, emigrantes que intentaban saltar la valla de Melilla. Seis de ellos murieron y unos veinte, entre los que estaba Adama, resultaron heridos.
Así se las gastaba Rabat, espoleada por la actitud cómplice de Madrid, que buscaba al precio que fuese una solución rápida a la crisis abierta con las avalanchas en los perímetros fronterizos de Ceuta y Melilla.
Se van a cumplir cinco años de aquella salvajada y parece que el acuerdo tácito entre los dos países para que no haya investigaciones oficiales sigue en pie (....)
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