No quieres mis caricias. Me insultas. Me golpeas… Dices que un día, me matarás. Pero hoy he puesto en marcha mi libertad y mi venganza.
He donado mis manos y mis ojos.
Y si un día muero, mis manos se liberarán de este cuerpo cansado y vejado. Aletearán libres y se unirán a otro cuerpo que dará abrazos y caricias y tu no podrás evitarlo y mis ojos te mirarán y tú no lo sabrás.
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