Prescindió de su nombre y de todos los nombres que habían cruzado su vida. Prescindió de las palabras que habían mantenido su mentira y la de los demás. Aflojó, al fin, exhausto y se dejó invadir por el silencio. Como en una bañera de agua caliente. El silencio subió por sus tobillos, alivió sus rodillas, relajó su vientre… Se llevó el peso que anidaba en su nuca hacía tanto tiempo….Llegó a su garganta y eligió sólo una vocal, una sola para sellar su decisión de no volver a hablar…
Pero nadie estaba allí para saber cuál era.
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