|
miércoles, 06 de abril de 2016
|
Inquietos / Yolanda Cruz - La Alfabetización audiovisual y mediática: una urgencia social
|
|
En la fotografía, la última unidad didáctica realizada por Yolanda Cruz con Fundación Inquietarte en el Instituto de Huelma (Jaén).
La capacidad de adaptación de los seres humanos puede llegar a ser un peligro para el código de valores que rige nuestra relación con el entorno, y me refiero a ese código consensuado sin rúbricas que rige nuestra postura y compostura social, el otro, aquel que denominamos legislación, no corre ningún peligro, simplemente los acatamos o no, demostrado está que algunos dan con el modo de saltárselo y, mientras esto suceda, convertida la ley en un palimpsesto que ofrece ocultas las claves para desoírla, su pervivencia está garantizada.
La adaptación implica una normalización, y esta es ya, por sistema, la respuesta que hemos adoptado para con algunas de las actitudes más deleznables con las que los humanos tienden a tratarse los unos a los otros. Los socializados cachorros de nuestra especie llevan dos generaciones “embrionándose” en un universo mediático audiovisual que ha sustituido su papel de servicio público al de explotador de dicho público para instalar en los cimientos de la civilización la normalización de la barbarie.
Si la ejerzo yo, no es violencia
El debate suscitado entre el alumnado del IES Sierra Mágina de Huelma tras la proyección del palmarés de la V edición de VisualízaMe, el festival internacional de cortometrajes que organiza Fundación Inquietarte, ofrece datos que obligan a concluir en la urgente necesidad de educar audiovisual y mediáticamente a la población y, en concreto, a la estudiantil. A las risas nerviosas, codazos y pellizcos infligidos a escondidas en la penumbra de la sala que provocó My Little vulvah and her clitoral awareness de Sara Koppel, mejor corto de animación, siguió una empatía generalizada a la protagonista de Con la boca cerrada de Anna Farré, mejor corto de ficción, una estudiante de instituto, adolescente, Emma (Greta Fernández) en mitad de su crisis de crecimiento en medio de un hogar triste y entre una pareja distanciada y aislada por problemas externos a ella misma, Juan (Eduard Fernández) y Mariona (Amalia Sancho): la excesiva responsabilidad del cabeza de familia, la necesidad de ocultar de la esposa y secretaria del padre; la crisis del negocio familiar, las crisis personales de los progenitores y ella, Emma, buscando su identidad en la fotografía del joven divertido y despreocupado que un día fue su padre. Las válvulas de escape de la protagonista, la escritura y la violencia; la escritura como grito silencioso ante la sordera de los padres, y la violencia para con sus compañeros y personal del instituto como estallido y reclamo de atención. La decisión de la dirección del centro de expulsar a la Emma es lo que provoca la protesta del público, identificados todos por edad, y por contexto la mayoría, niegan la responsabilidad de Emma respecto a su actitud violenta, entendiéndola, justificándola y culpando a los padres y profesorado por el aislamiento en el que se encuentra la adolescente.
Los otros
Cuando la violencia la ejercen otros sí es susceptible de ser criticada. Listen (Rungano Nyoni y Hamy Ramezan), premio especial Cátedra de Economía Solidaria, les permitió ser testigos de una entrevista entre una mujer vestida con un burka y la policía en una comisaría de Copenhague auxiliados por los servicios de una traductora. La mujer denuncia el maltrato al que la somete el esposo y les pide ayuda, si bien ese mensaje nunca va a llegar a la pareja de policías ya que tanto la traductora como el hijo de la propia denunciante, amparados en su religión, no traducirán las palabras que repite ella una y otra vez si no otra versión de los hechos. La mujer es una víctima sin rostro ante quienes podrían ayudarla, sin voz y privada de su voluntad. Los jóvenes asistentes a la proyección detectan el juego de la traductora y lo censuran, también se manifiestan contra el maltrato que ejerce el marido pero sin tanta pasión como denunciaban el abandono de Emma. De identificarse con la protagonista han pasado, en este caso, a considerarla a ella y sus circunstancias sociales y religiosas tan distantes y lejanas a ellos que no muestran empeño en expresar su opinión, resumiendo que “esa gente vive así”.
Realidad y ficción
Los cortometrajes La buena fe de Begoña Soler y En directo de Wenceslao Scyzoyk dejaron mostrarse a los jóvenes como espectadores pasivos de productos mediáticos y de ignorantes de su realidad social. El corto valenciano de Soler, ganador del premio al mejor guion original, cuenta la historia de Marisa, una mujer de 35 años que se dirige al hospital a parir tras romper agua y se encuentra a las consecuencias de la privatización de la sanidad llevadas al esperpento, los presentes desconocían el funcionamiento de la seguridad social, la posibilidad de que esta pueda ser privatizada y las consecuencias que esa privatización conlleva en el menoscabo al derecho a una asistencia sanitaria para todos los ciudadanos por igual. El desconocimiento del proceso de la reflexión y la autocrítica llevaba a muchos de estos jóvenes a limitarse a reaccionar ante las situaciones burlescas en las que se nos presenta Marisa, sin ninguna actitud activa generadora de criterio, de conclusiones y de opinión.
El desconocimiento de algunas del funcionamiento del sistema se completaba con la concesión de crédito sin ningún tipo de duda a las informaciones ofrecidas por los medios de comunicación. En directo obtuvo en la sexta edición de VisualízaMe el premio especial Mujeres Juristas de Almería y el premio a la mejor interpretación para Ramón Rados. Una cadena de televisión retransmite en directo una desahucio, con cámaras en el interior de la vivienda donde los desahuciados llevan un micrófono inalámbrico en todo momento, con cámaras en el exterior, acompañando a las brigadas ciudadanas de apoyo y conseguimiento desde el estudio donde la presentadora va dando los datos del recuento del dinero con el que los espectadores ayudan a esa familia, datos que le va dando el realizador, datos manipulados en pro de conseguir un crecimiento de audiencia que va a terminar con el suicidio en directo del protagonista.
La televisión, el espectáculo visto por dentro, asistir a las discusiones entre profesionales del sector a cerca de si es lícito o no manipular en favor de los índices de audiencia sorprendió a los estudiantes quienes, en su mayoría, reconocieron dar crédito absoluto a los Mass Media.
La normalización de conductas mina el estado del bienestar mientras asistimos impotentes unos y ajenos otros a esta pérdida, buena responsabilidad de esa normalización la ostentan los medios de comunicación, por lo tanto, dotar de competencia audiovisual y mediática a la sociedad es una de las herramientas con las que luchar contra esa normalización que no solo pone en peligro los derechos humanos si no que nos priva de criterio, de capacidad ética y del deber de asumir nuestra parte de responsabilidad social.
|
|